jueves, 24 de febrero de 2011

QUE SE VAYA

Las sirenas silban su ulular promediando la madrugada, huuuu, huuuuuuuuuuu, una detrás de otra y yo sola en mi cuarto, frente a mi computadora siento miedo, pero no a un robo sino a un incendio, las sirenas siempre me parecen de incendios, aunque también me traen horribles recuerdos de cuando trasladábamos de urgencia a mi Nolia al Garraham. Corría mucho la ambulancia y la sirena ululaba de ese modo.
 Mejor voy a dormir y pienso en mi nueva fantasía, un imposible que me creé hace unos días para contrarrestar tanto negativo que me sucede en el día.
 Necesito irme lejos unos días, escapar de esta realidad que me exaspera, me altera la paz que tanto me cuesta lograr a veces y me deprime, mucho, necesito una soledad absoluta sin saber de nada ni de nadie. Que cada uno se arregle solo sus problemas, yo no puedo más, mi casa era mi refugio, pero están llegando intrusos a mi refugio y eso me daña, no quiero verlos, o mejor dicho verlo, le tengo rechazo, un rechazo tan intenso, tan visceral que ya es asco. Quiero que se vaya pronto y no vuelva más, molesta aquí, que se vuelva al lugar de donde nunca, pero nunca...debiera haber salido... porque sólo lo hizo para arruinar la vida de tres mujeres, la que fuera desgraciadamente su esposa y sus dos hijas. Espero que se vaya lo antes posible, así puedo retomar mi vida en paz.

miércoles, 9 de febrero de 2011

En este tiempo de Norma Segades Manias




Ya sé que habrá mañanas sin tus besos,

sin tu piel

donde el sol despeña el polen

de su estambre escarpado,

sin tus ojos tiñéndome de estrellas

y aromas

y espesuras

y racimos

la salvaje matriz de la esperanza.

Ya sé que

en la maraña

la vida está afilando sus relojes,

taladrando silencios transparentes,

precipitando zarpas.

Sé,

pero aquí me quedo.

Soy custodio

del sueño,

del verano,

de la magia,

de esta ternura azul hecha raíces,

de tu risa descalza.

Quiero quedarme aquí,

en este tiempo

en que sólo tenemos las palabras

y caderas de lunas fronterizas

y pájaros sin miedo

y ciegas madreselvas en las tapias.

Quiero quedarme aquí,

quiero quererte

en este territorio,

en esta tregua,

en esta adolescencia trasnochada

y andar con la alegría en bandolera

con la insolencia socavando escarchas

y la franqueza al viento

y las caricias

y algún ramaje cómplice de vuelos

deshojando campanas.

Quiero quererte aquí,

donde te quiero,

en este tiempo de riberas lacias,

al borde de la sed

y los incendios

bajo la quieta luz de las acacias.