jueves, 8 de julio de 2010

LA INVASIÓN

 Los que me conocen van a decir  -"ya está con otra obsesión...!"-
Es natural dado el carácter de mis temas: pisos de madera que brotan, gatos que crecen y crecen hasta adquirir dimensiones gigantescas, aguas que enloquecen y se expanden hasta cubrir todo el mundo...
Pero esta vez, el caso es diferente, ya que no se trata de un ficción producto de mi imaginación afiebrada. Es, por el contrario, una realidad visible y palpable, que me preocupa y me alarma.
Señoras y señores: denuncio una invasión. Una invasión insidiosa y callada. Una invasión cuyos agentes aumentan día a día, en progresión geométrica, cuyas fuentes ignoro, pero que, sin la menor duda, tiene como fin nuestra destrucción y el copamiento total de nuestro éjido urbano. Todos nosotros, (me incluyo ingenuamente y compungida), hemos contribuido ingenuamente a la introducción, difusión y/o supervivencia de los individuos invasores. Ellos llegan a nuestras casas, generalmente como homenaje de alquien que nos aprecia, envueltos en crepitantes papeles transparentes, adornados con lazos de alegres colores. Pequeños, tiernos y lozanos, empiezan a recibir amorosos cuidados. Como el archiconocido y manoseado Principito a su flor, les proporcionamos su diaria ración de agua fresca, los protegemos del excesivo calor y del frío excesivo, y desempolvamos delicadamente las hojas, cada vez más grandes brillantes y numerosas.
 Al poco tiempo el medio primitivo en que llegaron a nuestras manos, les resulta estrecho y debemos mudarlo a otro más grande, procedimiento que tendremos que repetir al cabo de períodos cada vez más breves. Un buen día comprobamos que en el ámbito familiar, (balcón, terraza, patio o jardín) es ya casi incapaz de contenerlos. El intruso enorme y rozagante nos ha desbordado.
 La fase fundamental de su plan está por comenzar: nuestro minuto fatal ha llegado. Con esfuerzo lo tomamos en nuestros brazos y salimos a la vereda. Nuestros ojos buscan un recuadrito sin baldosas, huérfano de árbol, para ubicarlo. Si no lo encuentran, el hoyo receptor será perforado junto a un árbol ya instalado (¡pobre víctima inocente de nuestra candidez y de la insidia invasora!) y allí quedará el huésped.
 Sin prisas y sin pausa, sus raíces ávidas y expertas se afirmarán cada vez más, se enredarán con la de los otros árboles para estrangularlas, para robarles los más preciosos jugos de la tierra, se introducirán bajo los cimientos de los edificios, entre las cañerías subterráneas, reptarán resquebrajando las losas del pavimento. Poco a poco se adueñarán del subsuelo de la ciudad, harán vacilar todos los basamentos, mientras en la superficie los troncos elefantiásicos cada vez más gruesos, desplazarán a los demás troncos, sus hojas imputrescibles atascarán todas las alcantarillas, sus siluetas macisas, descomunales reemplazarán a las restantes especies, para siempre aniquiladas.
 ¡Adiós, follajes gráciles y romorosos! No más dulce aroma de los tilos y los paraísos, humo leve de los jacarandaes en flor, lagrimeo de las tipas, oro fugaz de las acacias ...
 Solamente ellos, sin perfume y sin música, estrujando entre sus manos los restos de la ciudad...coronando nuestra desaparición con el tumulto reluciente de sus hojas, iguales, parejas, lustrosas y despiadadas.
 Todavía estamos a tiempo: detengamos su avance. Basta un decreto: SE PROHÍBE, EN TODO EL ÁMBITO CAPITALINO, LA VENTA, PLANTACIÓN Y/O CULTIVO DE LA ESPECIE ARBÓREA DENOMINADA COMÚNMENTE "GOMERO".

NOTA (Importante):

 Quien dude de las aseveraciones precedentes, o crea que son exageradas, vaya frente a nuestro teatro Colón y compruebe, admirando el espléndido ejemplar, uno de los patriarcas de los gomeros porteños, que allí se expande en toda su magnificencia, el tamaño inusitado que pueden alcanzar sus congéneres.
 Viéndolo, se dará cuenta de que pretenden constreñir la vitalidad de estos árboles al territorio de una vereda, es tan absurdo como criar un elefante en un departamento de dos ambientes.

De María Emilia Pérez - Otro Sí Digo - Ediciones AGON (De un ejemplar autografiado por la autora el 6-5-2000 en la Feria del Libro de Buenos Aires)

Melan.
                

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